por: Karina Goyo
05/02/2019 | 10:00 pm
Pixabay
El dormir mal provoca que aumente la sensibilidad al dolor en zonas sensibles, reduciéndose en el área encargada de modular la percepción de los estímulos dolorosos.
El estudio fue realizado por Matthew Walker, quien presume que «esta sería la respuesta a la relación existente entre el sueño y el dolor generado por la actividad cerebral».
La misma puede revelar el círculo vicioso que se produce por la carencia de sueño, debido al dolor existente que se vuelve crónico sino es tratado. Luego de dos investigaciones determinó que el cerebro procesa el dolor de forma diferente cuando los individuos son privados del sueño.
Además se percató de una mayor actividad en la corteza somatosensorial primaria, mientras que en la región del estriado y la corteza de la ínsula del cerebro se redujo considerablemente.
«Si la deficiencia de sueño intensifica nuestra sensibilidad al dolor, como lo demuestra este estudio, el sueño debe ubicarse mucho más cerca del centro de atención al paciente, especialmente en las salas de hospital», concluyó Walker.