Un microteatro cargado de macro realidad

por: Ricardo Salmerón

15/09/2017 | 8:00 am

Televen

Criticado por unos, amado por otros, El Microteatro se ha convertido en una referencia para el movimiento cultural en Caracas, en su onceava edición presenta 28 espectáculos de 15 minutos cada uno… Una selección al azar me llevó a ver cuatro de estas obras. De las 3 primeras destacaré las actuaciones, la presencia de talentosos histriones disimuló las carencias del texto y logró sacar risas y aplausos a lo largo y final de esos 15 minutos.

“La Fiscal”, interpretada por Mercedes Benmoha se presenta en la sala 04, al abrirse la puerta de la suerte de stand de miniferia que divide los espacios en el micro, llegas a una oficina bien lograda, un despacho en el que se supone se toman decisiones importantes. La caracterización del personaje no deja lugar a dudas de quién se trata. Benmoha maneja con mucho acierto los silencios, las transiciones, el ir y venir de un personaje que sin duda está sometido a muchas presiones, la pieza se presenta como una comedia con alusiones directas a la política nacional. La dramaturgia no es el fuerte, sin embargo la actriz apuntala la debilidad del texto convirtiendo a “La Fiscal” en una opción imperdible en esta edición del Microteatro.

Una de las particularidades del Microteatro, es el aprovechamiento del espacio. Parece ser una fija la utilización del baño para la escenificación de una de las propuestas. Este es el caso de “No me toque la pepita”, nombre que bien podría ser el de una telenovela de la recordada RCTV bajo el mando de José Simón Escalona, y que no dista mucho de serlo, pues sus dos personajes recrean la grabación de una escena de los llamados culebrones en un baño de aeropuerto. Debo confesar que a los cinco segundos de haber empezado, me pregunté ¿y adónde va esto?, la respuesta llegó con el rompimiento de la secuencia escénica y la aparición de los personajes reales que interpretan a otros en la supuesta ficción. La trama, sencilla pero enrevesada a la vez, nos presenta a una madre e hijo que huyen de un país, no sabemos si por los problemas de éste o persiguiendo a la cabeza de familia. Los secretos de este trio se develan en un ir y venir de los “5 y Acción” para recuperar la trama de la telenovela. Giuliana Rodriguez maneja con habilidad la comedia y el drama saltando de un sentimiento a otro con tal sutileza que al final la lágrima en su mejilla no sorprende, más bien se espera. ¿Lo hará en todas las funciones?, ahí el reto de este formato que somete al actor a un cumulo de emociones cada 15 minutos. Josbell Caraballo Lobo es el “parner” de Rodriguez y el encargado de llevarnos a la realidad con su “pero mamá”. Entre los dos logran la química necesaria para no sentir que se trató de una obra más del micro. Están en la Sala 6.

Una de las particularidades de este Micro ha sido la realización escénica, ya les había comentado la buena escenografía de La Fiscal, pero mención aparte merece el decorado de “En una noche tan linda”, que nos adentra en lo que podría ser uno de los salones de la famosa Quinta Miss Venezuela. Con el glamour necesario la ambientación es perfecta para que dos magos de la trasformación den vida a las célebres figuras de la noche: “Chiky Lorens” y “La Rompe”, quienes con su acostumbrado desparpajo se enfrentan por la custodia de una mítica joya que a lo largo de la historia real del concurso ha tejido innumerables mitos. Los llamados pendientes de Maria Antonieta Campoli juegan el papel principal en una pieza que pasa de la frivolidad a la seriedad de la crítica social con un llamado de esperanza. Esta obra dedicada preferiblemente a los llamados “Misólogos” se presenta en la Sala 15.

La cuarta pieza “El diálogo no va” marca el debut del periodista Daniel Castellanos como dramaturgo. Si bien presenta un historia densa alejada del humor y la comedia de las anteriores, brinda ese toque diferente entre las opciones, pues no todo puede ser “risa fácil” como le escuché a una espectadora al finalizar la función de esta obra. Castellanos se adentra en el mundo y las emociones de una periodista, su lucha por trascender del montón y lograr el tan ansiado puesto de narradora de la estelar. La censura y la autocensura, la presión política y los intríngulis de un día de trabajo en una pauta “sencilla” con el Premio Nobel de La Paz que busca el diálogo entre factores adversos se hacen presentes a lo largo de una bien lograda dirección, llena de metáforas escénicas que sin duda retan la sinapsis de las neuronas del espectador acostumbrado a aplaudir y reír con textos groseros o sugestivos. Sólo les tengo una mala noticia, “El diálogo no va” forma parte de un experimento llamado “Micronovel” que brinda la oportunidad a dramaturgos y directores incipientes presentar sus trabajos por fin de semana, por lo que esta obra ya no será presentada nuevamente, al menos no en esta edición. Pero abona el terreno para que tanto Castellanos como Jorge Rivero (director), tengan un chance menos “micro” de mostrar su talento…

Los espero en un próximo “Desde la butaca”.

Ricardo Salmerón

Twitter e Instagram: @rsalmeron20

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