EDITORIAL

La semana fue para el país una semana de expectativas, tras el informe de un encuentro de factores importantes del Gobierno y de la oposición.

La iniciativa  de influyentes líderes de la política internacional y de Unasur, pareció por momentos el comienzo de la solución a la crisis política y económica del país.

El diálogo, entendido como razón ideológica para la paz, será provechoso en la medida en que las partes renuncien a posiciones de ventajismo sectario y excluyente y asuman que nada será posible sin el respeto mutuo.

Diálogo es eso. Buscar lo que une y evitar lo que divida en una sociedad hastiada de la diatriba, que hunde sus posibilidades de progreso y la empuja hacia un abismo que la mayoría rechaza.

Sólo la paz construye. La violencia es destrucción.

El mundo democrático observa con interés la posibilidad del diálogo, como ejemplo de madurez del liderazgo político venezolano.

No permitamos que esa expectativa sea una frustración.